La cárcel durante la «transición».

By @Nen__17 (twitter)

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Entrevista a Francisco Ortiz Giménez.

Marzo de 2002. 


En los años 70 el resurgir del movimiento antiautoritario con sus núcleos armados, principalmente el MIL y los Grupos Autónomos, tuvo como consecuencia la encarcelación de una nueva generación de anarquistas y rebeldes que, indudablemente, influyó en el resto de l@s pres@s. Amén de sus acciones y a pesar de haber sido ignorado por la izquierda más ortodoxa y los sectores más legalistas del anarquismo, el movimiento insurreccional de aquel entonces aportó numerosas ideas que hoy propagan l@s compañer@s más rebeldes en un contexto no tan diferente…A finales de Enero de 1977 se hace público el manifiesto de los presos sociales de Carabanchel y, pocas semanas después, estalla el primer motín de la COPEL. El movimiento se extiende como un reguero de pólvora por toda por toda la geografía española. Las prisiones arden. Se exige, nada más y nada menos, la amnistía de tod@s l@s pres@s.

En Marzo de 1978, tras un intento de fuga, el preso anarquista Agustín Rueda Sierra es torturado y asesinado por los carceleros de Carabanchel. Muere sin revelar los nombres de sus amigos. Unos días después, el director de las prisiones Jesús Haddad Blanco es ajusticiado de varios disparos. Los GRAPO reivindican la acción. Carlos García Valdés se convierte entonces en el máximo responsable de la política carcelaria. Su papel es fundamental para comprender los cambios represivos que se dan a partir de entonces. Es joven, es un demócrata, de los que torturan invocando al derecho penal. Aquel jurista tiene la tarea de restablecer la normalidad en las prisiones del Estado y legislar una ley acorde con la reciente democracia. Se inaugura la cárcel de Herrera de la Mancha. Concebida como un centro de exterminio de los presos más reivindicativos, será testigo de las atrocidades más inmundas cometidas por los carceleros. Mientras tanto la L.O.G.P (Ley Orgánica General Penitenciaria) sale a la luz. L@s compañer@s pres@s más conscientes denuncian el entramado jurídico en el que se quiere ahogar el movimiento, pero son literalmente exterminad@s. Mientras tanto, en la calle, los grupos y colectivos que cuestionan el fundamento mismo de la privación de libertad se dejan absorber por los tejemanejes y la esperanza reformista.

Aquella ley pretendidamente democrática sigue vigente en la actualidad, con la diferencia de que los pocos derechos que nos otorgaban entonces han sido canalizados con circulares de I.I.P.P (Instituciones Penitenciarias) y los centros de exterminio han proliferizado en todo el Estado. No importa que las circulares vayan en contra de la legislación; la ley siempre es papel mojado para el poder y sus secuaces. Tampoco importa aniquilar a un@s cuant@s pres@s, al fin y al cabo no deja de ser ese el rol de la institución penitenciaria…

El movimiento duró 3 años antes de degradarse. L@s compañer@s de entonces protagonizaron unos 35 motines y numerosas protestas colectivas.

En 1981 el poder abre el Puerto I. Si la antigua prisión del Puerto de Santa María fue durante el periodo franquista el ejemplo más cruento de la represión carcelaria, el nuevo penal no tiene nada que envidiar, con los mismos carceleros, unos verdugos de tradición heredada, el mismo director, un franquista de carrera militar frustrada por una parálisis debido a su caída de un caballo. Toda aquella calaña se traslada alegremente a la nueva constitución. El Puerto I es aquel entonces la prisión más segura del Estado. El exterior está vigilado por una compañía de policía nacional permanentemente acuartelada y en el interior unos energúmenos, enardecidos por la impunidad, campan a sus anchas. El talego se compone de 4 módulos, es el aislamiento y diversos edificios. Las celdas son individuales para poder ejercer un mayor control. Diminutas y siniestras, albergarán el sufrimiento y los sueños de algunos hombres que no se resignan…El conjunto forma una especie de maquinaria pensada para destruir todo lo que constituye un ser humano. Sin embargo, 3 veces a lo largo de su historia, los presos se rebelaron contra aquel monstruo de cemento y de hierro. Secuestraron a los carceleros en 1987, 1989 y 1991. En los 2 últimos secuestros participó Francisco Ortiz, compañero que fue y que sigue siendo un@s de l@s pres@s más activ@s. Se fugó un par de veces y protagonizó numerosos secuestros de carceleros. Tras haber cumplido 20 años de condena, salió a la calle el 2 de Diciembre de 1999. Volvió a ingresar pocos meses después acusado de varios atracos. Actualmente se encuentra en régimen FIES y está ayunando para reivindicar la excarcelación de l@s enferm@s incurables, la abolición del FIES y el aislamiento, el fin de la dispersión y la puesta en libertad de todas las personas que hayan cumplido 20 años de condena.

Paco ¿ Cuál fue la movida más interesante?

Todas fueron interesantes porque responden a un contexto de la lucha contínua. Lo cierto es que por su complejidad y eco mediático, el secuestro en El Puerto en 1989 pasará a los anales de las luchas carcelarias.

Explicamos un poco cuál fue el contexto al que te refieres. Se conoce la COPEL y APRE ( Asociación de Presos en Régimen Especial) pero existe un vacío informativo de casi una década. En mi opinión es muy interesante por el enfoque que se dio a la lucha más radical y gestionada desde la amistad.

Si, así fue, aunque con algunos matices. La COPEL fue un movimiento que se extendió a la calle porque el contexto político de la época permitía la implicación de las fuerzas disidentes. Nosotros, tras la desaparición de la COPEL, nos encontramos solos frente a la represión que no había cesado y preferimos el método más contundente del secuestro. Al final la COPEL sólo promovía las autolesiones. El fin de la COPEL no provoca una ruptura con las luchas intramuros. Se puede incluso hablar de un incremento de las acciones violentas reivindicadas si se tiene en cuenta que se instrumentaliza al carcelero convirtiéndole en una moneda de cambio, se retienen plantillas enteras. El verdugo se transforma en víctima aunque cabe subrayar que los abusos cometidos contra los carceleros secuestrados son muy raros. El carcelero despojado de su autoridad se convierte en un pampanatas sin interés y los impulsos que nos llevan a rebelarnos son incompatibles con la venganza gratuita. En cualquier caso, con el fin de la COPEL, l@s pres@s más combativ@s optan por enfocar la lucha desde una perspectiva más autogestionada, priorizando la evasión sin por ello olvidar las múltiples luchas cotidianas y de carácter general. Las protestas toman la forma de secuestros planificados y protagonizados por grupos de amigos que coordinan sus acciones con su ansia de libertad.

Hubo un montón de secuestros tras la desaparición de la COPEL. Pero ¿ el objetivo no era pirarse?

Si y no. En todos los secuestros, o la mayoría, se presentó una tabla reivindicativa preparada de antemano. No es fácil explicar eso a la gente de la calle. Ni siquiera a l@s pres@s que aceptan el peso del talego. Tu sabes que todas las fugas tienen una probabilidad de éxito muy relativa. Digamos que, a menudo, la posibilidad de consumar la evasión es ínfima, a veces utópica, pero la situación padecida y la necesidad de rebelarnos contra la cárcel es tan apremiante que la mayoría de las veces optamos por jugárnosla, aún sabiendo que el intento de fuga terminará en acción reivindicativa. Es algo que asumimos. Si para tod@s l@s pres@s fugarse es un sueño acariciado y al mismo tiempo una meta imposible, para l@s más rebeldes es una realidad cotidiana. La evasión deja de ser una ilusión para tornarse en la meta más ansiada y en una necesidad vital.

Antes de hablarnos de lo ocurrido en El Puerto ¿ nos puedes dar algunos ejemplos?

Si. Entre el 83 y el 89 se perpetraron una veintena o treintena de secuestros de carceleros en toda la península. No tengo datos exactos, pero yo mismo participé en una decena.

Háblanos de algunos en concreto para ilustrar el panorama de la época.

El 4 de Octubre de 1983 se toman como rehenes a los guardias de la cárcel de Málaga. Reivindicamos la liberación de tod@s l@s pres@s preventiva@s, el fin del aislamiento, etcétera….y la amnistía. Mucha gente llevaba hasta 5, 6 y 7 años en preventiva. Con la minirreforma del mismo año salen a la calle unos 5.000 pres@s que llevaban 5 años en preventiva, lo que da una idea de la situación. En Junio de 1983 se promulgó una reforma del código penal y se modifica la ley de enjuiciamiento criminal, lo que provocó la excarcelación de es@s 5.000 pres@s de Junio a Septiembre. Como es habitual, los sectores más retrógrados de la sociedad se oponen a la medida alegando un previsible aumento de la criminalidad. A principios del año 1983 las cárceles albergaban unas 15.000 pres@s. Hoy, en Marzo de 2002, cerca de 50.000 pres@s se pudren en las cárceles del Estado español. Mientras tanto, la clase política y sus lacayos y los medios de información oficiales nos bombardean con noticias pretendidamente alarmantes, intentando hacer más creíble la tan cacareada inseguridad ciudadana. El mismo discurso impera en el resto de los Estados europeos. Algun@s deberían preguntarse por las razones por las que, en menos de 20 años la población penal se ha multiplicado sin consonancia con el crecimiento demográfico del resto de la ciudadanía. En lugar de evolucionar, la sociedad involuciona. Eso ocurre en todos los ámbitos controlados por el Estado y, en el caso de la cárcel, además de ser flagrante, los datos nos revelan su inutilidad. El 12 de Noviembre de 1984 se secuestran a los guardias civiles de Ocaña, uno de los penales más represivos del Estado. Reivindicamos el cese de las brutalidades contra l@s pres@s. A consecuencia de aquel motín se transforma la cárcel de primer grado a segundo grado. Es un claro ejemplo de la viabilidad de las acciones violentas. Por supuesto, no se puede conseguir ninguna mejoría sin arrebatarla por la fuerza. En un mundo en el que la  tragedia está a la orden del día unas pocas decenas de pres@s ayunando saliendo en los noticiarios no preocupa a la administración. Sigo con algunos ejemplos más porque, en un ámbito de lucha, son  interesantes. El 13 de Junio de 1985 hay un nuevo secuestro en Málaga. El objetivo principal es una fuga por la puerta con la muerte de un poli.

¿Ahí estás con Pachi, no?

Si, era como un hermano con quien protagonicé muchas acciones de este tipo.

¿Hubo más secuestros y fugas de esas características?

Si. El mismo año en Granada hubo una fuga con rehenes que terminó mal. Mueren 3 guardias civiles y otros fueron heridos.

Acaba mal para los picoletos quieres decir, ¿no?

¡Por supuesto! De vez en cuando les toca a ellos. En aquella ocasión, Marce logra irse mientras los demás compañeros, entre ellos Varela, se vieron bloqueados y reivindicaron lo habitual. También el mismo año 3 presos se fugaron del aislamiento de Jaén, de la antigua cárcel. Secuestraron a los carceleros y se largaron llevándose las armas de los guardias civiles.

Cuando dices «las reivindicaciones habituales» se sobreentiende que exijáis el cese del aislamiento, el fin de las torturas y de los abusos, el cumplimiento de los derechos de régimen y jurídicos contemplados en las leyes. Pero ¿ cuándo habéis empezado a reivindicar la excarcelación de l@s pres@s enferm@s?

En el primer secuestro de El Puerto.

¿Te refieres al secuestro que nos vas a relatar?

No, al primero en 1987. Tras aquel primer secuestro en El Puerto se nos traslada. En 1988 secuestramos a medio centenar de carceleros en la nueva prisión de Almería y, también en este caso, incluimos la excarcelación de l@s pres@s enferm@s en la tabla reivindicativa. Y nos volvieron a llevar a El Puerto.

El primer secuestro no les acojonó y volvieron a trasladaros a El Puerto. ¡Son la hostia!

Era el talego más seguro. Ten en cuenta que llevábamos un pulso contra la administración, una guerra abierta en la que las reivindicaciones eran innegociables y generales. Por eso antes intenté explicar que no se puede decir que el objetivo de los secuestros sea fugarse. La fuga estaba presente en casi todos, porque la libertad siempre fue la meta de todas nuestras acciones pero…

Te corto…En otros términos, podemos decir que estamos inmersos en una guerra en la que la victoria se consigue saltando los muros y donde las luchas carcelarias son batallas libradas para conseguir pequeños espacios de libertad o al menos intentarlo. En todo caso, es algo que está en nuestra naturaleza. Cuéntanos lo que ocurrió en El Puerto en 1989.

Lo voy a intentar, pero no es fácil sintetizar todo. Teníamos dos planes, fugarnos o, en el caso de que la fuga fracasase, hacernos con todo el talego, razón por la cual teníamos preparada una extensa tabla de reivindicaciones.

¿Cómo pensábais largaros?

En el módulo I se ubicaba el taller de carpintería en el que todas las mañanas a las diez entraba la furgoneta del encargado del taller. Pensábamos hacernos con el vehículo, reducir a los policías, apoderarnos de las armas y pasar la puerta de control. A pesar de los miles de obstáculos la movida era factible. En el puesto de registro de la policía solían salir bastante confiados a cachear la furgoneta. Antes de poder intentarlo había que hacerse con el módulo para acceder al taller de carpintería, lo que ya de por sí entrañaba enormes dificultades.

En el Módulo I estaban destinados los presos considerados más peligrosos y la vigilancia se extremó con la llegada de Paco y de sus compañeros. Los carceleros no habían olvidado al anterior secuestro. La tensión impregnaba el ambiente.

¿Cómo os lo montáis para haceros con el módulo?

Nos habíamos percatado de que el muelle de la cerradura del cangrejo de las celdas solía romperse, así que obligamos al servicio de mantenimiento a acudir con una máquina radial para cortar la cerradura. La radial era indispensable para el buen desarrollo de toda la operación. El 27 de Junio decidimos pasar a la acción.

¿Cuántos érais en la movida?

Cinco amigos: Marce, Varela, Patxi, Butati y yo. Los cinco habíamos participado en el anterior secuestro. Butati se encontraba en el Módulo III. El resto estábamos en primera fase, en el Módulo I, pero salíamos en turnos distintos al patio. En el primer turno salíamos Varela, Marce y yo; en el segundo salía Patxi. Poco antes de que nos viniesen a abrir para sacarnos al patio, simulé la rotura del muelle con unas pinzas y esperé a que viniera «El Pantera», el carcelero encargado del mantenimiento. Mientras tanto, los compañeros Varela y Marce, junto con otros  ocho o nueve presos, bajaron al patio. Los compañeros debían neutralizar a tres carceleros del módulo desde el patio. La espera duró poco. Al rato llegó «El Pantera» y su machaca, un preso destinado al mantenimiento. Con la radial empiezan a cortar la cerradura. ¡El plan funciona! Una vez abierta la reja, reduzco al guardia y al preso. Varela y Marce hacen lo mismo por su lado.

¿Cuál fue la reacción de «El Pantera» ?

Imagínatela, se cagó vivo. Yo llevaba un pincho de buen tamaño. Le expliqué que íbamos a bajar hasta la oficina de seguridad y le ordené que engañara a su compañero que estaba encerrado en esa oficina para que nos abriese. Un carcelero habitualmente tan prepotente se convierte de inmediato en un ser acobardado. Despojado de su autoridad es capaz de traicionar a su padre o a su madre. Como todos los de su condición acató sin titubear la orden de Paco.

¿Hacerse con la oficina era delicado?

Sí. Para hacerse con el módulo era imprescindible tener el control de la oficina de seguridad. No hubo problema. Yo me mantenía oculto con la radial por si el carcelero del interior no tragaba. Por suerte » El Pantera» le soltó unas cuantas chorradas y abrió. Obviando la multitud de detalles, llegó el momento de abrir a Patxi. Hicimos lo mismo con todos los presos del módulo a quienes explicamos de qué iba el rollo y les exigimos su absoluta colaboración. Las puertas se abren una tras otra. Una revuelta de hombres sometidos y humillados durante años se avecina. Se liberan impulsos salvajes y destructivos. Es entonces cuando el control se hace indispensable para la preservación de la propia vida y la de los demás.

Lo de exigir una absoluta colaboración puede ser malinterpretado. Explícanos un poco cuál era el percal.

Es simple. Imagínate a 50 tíos sueltos en un módulo que debe aparentar un normal funcionamiento. Controlamos la puerta de entrada al módulo, los teléfonos, etc. Ya sabes lo que implica 50 presos que durante años se han visto obligados a tragar. Si no pones un poco de orden todo se desmadra, incluso empiezan los ajustes de cuentas entre presos.

Frente a la cruda realidad del encierro, la jerga antiautoritaria y políticamente correcta no tiene vigencia, ¿no?

Pues no. Con la acción, la teoría pierde gran parte de su significado. Ya no tratas con algo abstracto. Como bien dices, te encaras a una cruda realidad y a los hombres. Desgraciadamente, no todos son compañeros. Si lo fueran, la cárcel no existiría.

Es cierto. Es lo mismo en la calle, en la fábrica, en cualquier lugar. Si los hombres y las mujeres no fuesen lo que son, el mundo sería sin duda diferente. Personalmente, cierta ética que se pretende revolucionaria me repatea. El hombre y la mujer nuev@s es una persona que asume su naturaleza humana con todo lo que conlleva de sombras y miserias, no la que busca la perfección a través de una guía moral conceptualizada fuera de la vida real.

Si, y más aún cuando se trata de la prisión, donde a menudo pasa a ser una cuestión de supervivencia, de vida o muerte. Además, dando un margen de acción a cualquier tío dentro de un espacio liberado, como lo es una cárcel tomada por los propios presos, con todas las paradojas y contradicciones que ello conlleva, se haría inviable cualquier plan de fuga o motín reivindicativo. Por eso en situaciones específicas es necesario sustituir la autoridad de los carceleros por la nuestra. Es decir, que normalmente la gente, salvo escasas excepciones, no se involucra ni tiene capacidad para nada serio, obedecen a todo, a los guardias, y cumplen con su reglamento por miedo a ser apaleados o sancionados. En este caso, inculcamos el miedo a la muerte como garantía de obediencia absoluta por el beneficio común. Es una guerra y se los recluta como soldados. Unos lo hacen de buen grado y otros como lo harían si se lo ordenasen los guardias.

Actúo y pienso como tú, pero suena chungo.

Ya, lo sé. Pero desgraciadamente es así. Y, por supuesto, sólo me refiero a acciones determinadas en las que peligra la propia vida y la de los amigos.

Tenéis pues el Módulo I pillado…

Sí. Y los demás guardias de la prisión no se percatan de nada. La normalidad es total, como si nada hubiera pasado.

¿ Y cómo se dan cuenta?

Mientras esperábamos la furgoneta llega también el fontanero, un obrero de la calle. Buscaba a «El Pantera» que, como explicaba antes, era el encargado del mantenimiento. Nos vemos entonces obligados a retenerlo, lo que provoca un encadenamiento de situaciones parecidas. Llega el momento en el que tenemos a una decena de personas secuestradas. Es cuestión de tiempo que se les eche de menos. A las diez en punto, uno de los amotinados apostado en una ventana avisa de la llegada de la furgoneta. En el mismo momento, el carcelero de la rotonda, sorprendido de no ver regresar a sus compañeros y al fontanero, acude al módulo y es de inmediato secuestrado. Desde el búnker central, otro guardia intuye que algo va mal y da la alarma a toda la cárcel.

Tan cerca de apoderarnos de la furgoneta… es jodido.

¡A quién se lo dices! Yo estaba abriendo el portón del taller para hacer entrar a a furgoneta cuando la policía de la entrada hizo retroceder. El intento de fuga abortó y comienza el motín. Como una horda salvaje, los presos se despliegan por todo el talego. Los compañeros, armados con la radial, martillos, cinceles y palancas, revientan las puertas. Abren a todos los presos, unos 400, y sacan a los carceleros de los escondrijos. Los que no habían logrado huir se escondían en las duchas, bajo las camas de las celdas vacías y en los lugares más insospechados. Se promueve una asamblea y se organiza la resistencia. Pronto los helicópteros empiezan a sobrevolar la prisión y las fueras de seguridad están listas para el asalto.

Paco, he escuchado varias veces la anécdota sobre «El Mengele». ¿Es cierta?

No puede ser más cierta. Yo mismo lo presencié. Apodamos «El Mengele» a uno de los médicos de El Puerto, un torturador que, como su nombre indica, experimentaba con presos. Contar todo lo que aquel personaje llegó a hacer con hombres indefensos y enfermos podría parecer una exageración para quien desconozca la realidad de la cárcel. Era un sádico que dejó morir y mató a muchos compañeros amparándose en su profesión. De hecho sigue siéndolo, ya que hoy ocupa el puesto de subdirector médico en El Puerto…En cualquier caso, sabía que si lo hubiéramos pillado nos lo habríamos cargado sin titubear. No tocamos a ninguno de los carceleros que teníamos secuestrados. Todos o casi todos eran unas alimañas, pero no encuentro palabras para definir a «El Mengele». ¿La anécdota? Estábamos abriendo las puertas y buscando a los verdugos escondidos por todos los sitios, cuando alguien nos dijo que uno de los jefes de servicio se encontraba con «El Mengele» en aislamiento y que les acompañaba una mujer médico. El secuestro les había pillado pasando la visita cotidiana a los compañeros sancionados. Enseguida  nos dirigimos al aislamiento. Se habían refugiado en el patio. Ya conoces aquel patio, se encuentra casi a la altura de los techos.

Sí, está en el mismo piso que las celdas de aislamiento.

Varios cangrejos nos impedían acceder al patio. Les veía perfectamente desde el pasillo y me puse a cortar el cangrejo con la radial. El rostro de «El Mengele» reflejaba un terror indescriptible. Preso del pánico, pegaba chillidos como un ratón atrapado en una trampa. Su terror no le impidió escapar por los tejados. Puso a su compañera de profesión contra el muro y sirviéndose de su cuerpo, como si se tratase de una escalera, pudo acceder hasta el tejado.

¿Quieres decir que abandonó al jefe de servicio y a su colega?

¡Abandonar dices! Se subió incluso encima de la cabeza de la tía porque no lo logró en el primer intento. Le pisaba y le daba patadas para que le ayudase a escapar. Cuando por fin llegamos al patio desaparecido. ¡El miedo le daba alas! Soltamos a su mujer. El jefe de servicio quería acompañarla. «Yo le acompaño» decía. Como quien no quiere la cosa, quería escabullirse.

¿Sabes lo que más me jode? Estar a merced de semejantes mierdas.

Si, pero a veces las cosas cambian. Una vez que los rehenes estuvieron reunidos y los presos sueltos se formaron los primeros grupos de defensa. Se dejó bien claro que no íbamos a permitir ningún ajuste de cuentas personal ni desmadre alguno. Lo primero era garantizar la seguridad e imposibilitar el asalto policial. Se soldaron las puertas de acceso más estratégicas, se taponaron las ventanas y unos compañeros hicieron de vigías para prevenir cualquier sorpresa. En los talleres, con las barras de las espalderas y unas grandes limas afiladas se fabricaron unas lanzas y otro tipo de armas. Con alcohol de la enfermería y disolvente de los talleres se prepararon varios cócteles molotov y se rellenaron grandes latas con fósforo de cerillas prensando y todo tipo de metralla. Un centenar de presos se dedicaban a esas tareas mientras otros custodiaban a los guardias o estaban ocupados en otros trabajos de defensa.

¿ Y eso de los artefactos con fósforo de cerillas?

Eran por supuesto muy rudimentarios, pero su explosión en medio de un grupo de GEOS podían provocar unos daños considerables y permitirnos el repliegue y consolidar la defensa. Los petardos eran colocados en los puntos de acceso y su explosión a distancia estaba asegurada. Además, para crear unas barreras de fuego  habíamos sembrado todo el suelo de virutas de madera y de material inflamable. Colocamos unos extintores en puntos concretos para protegernos de los posibles incendios y, en caso de necesidad, utilizarlos para formar una cortina de polvo blanco. Lanzamos un cóctel cada dos o tres metros prendido con un encendedor. Un asalto sin poner en peligro la vida de los rehenes y las de las propias fuerzas de intervención era impensable. En el lugar más inaccesible de la prisión, la biblioteca, se ultimaron los detalles de la defensa. Para dificultar la localización, los rehenes fueron divididos en grupos de 4 custodiados por unos 10 presos cuyo responsable había sido elegido en la asamblea. Los grupos se distribuyeron por los lugares más remotos del talego. Una red de comunicación con enlaces entre cada grupo aseguraba la coordinación. Una vez organizada la resistencia, los amotinados grabaron una cinta con las reivindicaciones y se prepararon para una larga espera. A poca distancia, se celebra el gran premio de motociclismo de Jerez en el que se encontraban periodistas de todo el mundo. El eco mediático estaba asegurado.

Tenéis pues el talego tomado y habéis formado un bloque de seguridad para impedir el asalto. ¿ Cuándo comienzan las negociaciones? 

A las 3 de la madrugada. Al principio dejamos que se cocieran un poco en su propio jugo. A pesar de que hubo varios intentos de contactar con nosotros, dejamos que subiera la tensión.

¿ Cómo intentaron contactar?

Principalmente por teléfono y acercándose a alguna de las ventanas de los edificios que daban al recinto. Cuando se dieron cuenta de que todos sus GEOS y su poder de intervención no tenían la menor posibilidad de sofocar el motín y las horas iban pasando, la tensión se incrementó a nuestro favor. En semejante situación es importante establecer un dominio psicológico. De él depende el éxito o fracaso de las negociaciones.

¿ Con quién negociásteis?

Al principio, de las 3 a las 6, con Antoni Asunción. Con él, entre tiras y aflojas, se esbozaron nuestras exigencias. A las 6 de la mañana, una vez expuesta la línea reivindicativa, Gerardo Mínguez Prieto, entonces inspector general del régimen y viejo conocido, se encargó de las negociaciones. Le conocíamos de anteriores secuestros. Solía ser el «negociador» de la institución penitenciaria. Paralelamente nos entrevistamos en múltiples ocasiones con el defensor del pueblo, el juez de vigilancia y el gobernador y sus mercenarios. Los mandos de las fuerzas de intervención les acompañaban hasta la zona de contacto con la clara intención de obtener la mayor información posible y sopesar las posibilidades que tenían de actuar durante las entrevistas, pero se les veía el plumero. Quienes si les colocaron fueron Patxi, Juanma Chacón y otros compañeros en el secuestro de Daroca en Septiembre del año 1992. Ahí, durante las negociaciones, se hicieron con el juez de vigilancia y con Ángel Yuste, uno de los máximos responsables de la política carcelaria del Estado. Pero eso es otra historia.

Un par de años después del secuestro de El Puerto, Antoni Asunción, entonces secretario de Estado de asuntos penitenciarios, iba a ser uno de los principales promotores del régimen FIES junto con Enrique Múgica Herzog, ministro de justicia en ese tiempo y actual defensor del pueblo, y Ángel Yuste. Como en otras estructuras de poder, el entramado represivo está dirigido y controlado por un puñado de desalmados que se reparten las atribuciones e intercambian los cargos según los intereses políticos y personales del momento. ¿ Cómo se desarrollan las negociaciones?

Al margen de la tabla reivindicativa basada en los puntos de siempre, pedíamos la formación de una junta especial que progresase a 86 presos que llevaban más de 4 años en esta cárcel.

¿Se logró?

Sí. Los módulos I y IV fueron transformados en segundo grado y muchos compañeros salieron de permiso a los 20 días. Había presos que llevaban hasta 10 años sin abrazar a sus familiares y, por primera en primer grado, se consiguieron las comunicaciones vis a vis. En general el régimen cambió radicalmente.

Paco y sus amigos no se beneficiaron en absoluto de las mejoras que exigieron y obtuvieron. Lo tenían asumido de antemano. En prisión, más que en cualquier otro lugar, los hombres y las mujeres que se enfrentan al poder lo hacen impulsad@s por la necesidad de preservar su dignidad y lo que un@ es. Ser libre entre cuatro muros es también esto, decir no a la destrucción de la individualidad y luchar por su conservación, a pesar de las consecuencias que todo esto conlleva. Tod@s sabe que enfrentarse a la autoridad acarrea más represión. Sin embargo, independientemente del indiscutible placer que la lucha proporciona por si misma, los beneficios conseguidos para otr@s compañer@s no dejan de ser una pequeña victoria que hace más fácil sobrellevar el peso de la represión. ¿ Cómo termina todo?

Después de tantas horas con el control de la cárcel, cuesta regresar a las celdas por voluntad propia. Habíamos logrado mucho. Era evidente, llevábamos demasiados años tratando con I.I.P.P. Para ignorarlo sabíamos que algunas reivindicaciones importantes estaban aceptadas. Por otro lado habíamos destruido todo el sistema de vigilancia electrónica, cámaras, interfonos de las celdas, etc. Habíamos dejado inutilizables las oficinas de vigilancia de las salas y los patios con un toro eléctrico, sin hablar de las puertas y rejas reventadas. Ya no había gran cosa por hacer. Hubo largas asambleas. Unos compañeros exaltados por el contexto querían cargarse a todos los carceleros, otros pedir un helicóptero, o un furgón blindado.

¡Nunca os lo hubiera dado!

Eso ya lo sé. Además, algunos teníamos la íntima convicción de que iban a intentar matarnos si les dábamos la oportunidad de asaltarnos. Ten en cuenta que en una década por nuestras acciones habían caído al menos 3 directores generales: Juan José Martínez Zato, que luego fue vocal del consejo general del poder judicial. Andrés Márquez Aranda, antiguo juez de vigilancia penitenciaria de Málaga y posteriormente presidente de la sala de lo contencioso del TSJA ( Tribuna Superior de Justicia de Andalucía) en Málaga, así como un tan Blázquez. También les pasó lo mismo a 7 u 8 directores de prisiones y administradores. Esto último debido a que, a raíz de los motines y de las consiguientes inspecciones e investigaciones, se pusieron al descubierto numerosas estafas y corrupciones en la gestión de las cárceles. En fin, la guerra contra la institución penitenciaria no había terminado, siempre había tiempo para morir y decidimos incorporarnos a las celdas. Un par de horas más tarde, Patxi, Butati, Marce, Varela y yo fuimos a Herrera de la Mancha.

¿ Hubo movida en el traslado? ¿ Malos tratos?

No. La condición fue por supuesto espectacular, con gran número de picoletos, pero ya estábamos acostumbrados. Son 9 o 10 horas de viaje y 5 tíos dispuestos a darles marcha. Esto puede hacer que el traslado sea un problema para ellos. De hecho, les propusimos buscar un bar en la carretera para comprar bocadillos y cervezas a cambio de un viaje tranquilo y aceptaron. Bien entrada la mañana llegamos a Herrera. Allí nos encontramos con una legión de guardias civiles con porras, cascos, escudos y todo el equipo antidisturbio. A partir de entonces, ellos fueron los encargados de custodiarnos en el módulo que I.I.P.P nos tenía preparado. Un nuevo combate empezaba, esta vez con la presencia constante de la Guardia Civil. Ellos nos traían la comida, ellos nos sacaban al patio. La lucha iba a resultar un poco más difícil, nada más…

Tras un año de contínuo intento de aniquilamiento de los 5 amigos, la dirección general de instituciones penitenciarias decide cumplir el último acuerdo de las negociaciones, que no era otro que la aplicación de sus propias leyes. Una vez canceladas las sanciones, progresaron a los 5 amigos a un régimen de vida general. Tras pasar un tiempo en la prisión de Carabanchel, Paco es trasladado a Cartagena donde comparte el celular con 4 compañeros de ETA. Pocas semanas después de su llegada el 4 de Mayo de 1991, Paco salta los muros y recobra la libertad.

 

Entrevista extraída del libro » ¡fuerza y determinación! «